Causas directas
Existe una acelerada transformación de hábitats y de ecosistemas a causa de factores tales como la ejecución de políticas inadecuadas de ocupación y utilización del territorio, que han agudizado problemas de colonización y ampliación de la frontera agrícola. Otras causas están referidas al establecimiento de cultivos ilícitos, la construcción de megaproyectos, la actividad minera, y los incendios de ecosistemas naturales junto con los cambios climáticos que producen y producirán un efecto severo sobre los ecosistemas y sus especies.
Sin haber llegado a un consenso respecto al área deforestada, se ha calculado que más del 40% de la cobertura vegetal original del país ha desaparecido. Se calcula que en la Región Andina se ha perdido más del 70% de la cobertura forestal y que de los bosques secos tropicales tan sólo queda el 1.5% de la extensión original. Las causas a las cuales se atribuye la deforestación son, en orden de importancia: la expansión de la frontera agrícola y la colonización (73.3%), la producción maderera (11.7%), el consumo de leña (11.0%), los incendios forestales (2%), y los cultivos ilícitos (2%).
El 45% del territorio nacional se utiliza para fines diferentes a su vocación, generando un conflicto por uso de las tierras. Por ejemplo, en 1993, la ganadería ocupaba 40.1 millones de hectáreas, mientras que su potencial de uso se reducía a 15.3 millones.
Cincuenta por ciento de los suelos del territorio nacional presentan algún grado de erosión, de la cual el 24.4% es de carácter severo. En la zona andina, el problema de erosión severa es más grave dado que las tierras afectadas sobrepasan un 80%. Se ha determinado que anualmente entre 170.000 y 200.000 hectáreas de terreno inician procesos erosivos.
Desarrollos viales, grandes infraes-tructuras y megaproyectos sin las debidas consideraciones ambientales, han afectado grandes ecosistemas, han fragmentado o alterado los ecosistemas y representan un altísimo riesgo para muchos componentes de la biodiversidad.
La introducción y el trasplante de especies de fauna y flora silvestre, incluidos los recursos hidrobiológicos y pesqueros, son también causas directas de la pérdida de biodiversidad.
Por otra parte, la sobreexplotación o aprovechamiento no sostenible de especies silvestres de fauna y flora para el consumo doméstico o la comercialización, tienen también graves efectos sobre la biodiversidad, produciendo erosión genética y reducción de los tamaños poblacionales, haciéndolas más vulnerables a la extinción. El abastecimiento para la industria y comercio de madera ha sido, en muchos casos, insostenible, afectando áreas significativas de bosque. Adicionalmente, las principales fuentes de abastecimiento de madera se encuentran en las zonas más biodiversas: el Pacífico y la Amazonia. Para 1994, se determinó que el 50% de la materia prima provino de bosques naturales del Pacífico.
Por supuesto, la contaminación afecta notoriamente a la biodiversidad. En el ámbito doméstico, se estima que el 65% de las zonas urbanas cuentan con disposición de excretas, y en la zona rural, el 27%. La producción de residuos sólidos también representa un problema importante: se calcula que la producción de basuras es de aproximadamente 15.903 toneladas al día. De acuerdo con el Ministerio de Salud, 32% de estas basuras se depositan en rellenos sanitarios, 3% se entierra, 50% se dispone a cielo abierto y el restante 15% se dirige hacia los cuerpos de agua. Industrialmente, las sustancias tóxicas, los residuos peligrosos, los residuos de insecticidas y fertilizantes, afectan directamente a los ecosistemas acuáticos y ya se han demostrado los efectos acumulativos en aguas, sedimentos, plantas y organismos. En el contexto del ciclo de los efectos directos, entra en juego cambio climático, sobre cuyos efectos poblacionales y ecosistémicos también se tienen previsiones y pruebas de ocurrencia.
Causas indirectas
Las causas indirectas de pérdida de la biodiversidad están relacionadas con fenómenos de carácter demográfico, económico, tecnológico, social político e institucional.
La biodiversidad, como tema, como marco de acción, como fuente de servicios ambientales y como motor de futuros aprovechamientos biotecnológicos, nunca ha sido valorada, antes bien, ha sido tradicionalmente subestimada en las políticas de desarrollo del Estado. Su pérdida significará profundos cambios en las relaciones productivas y mayores costos económicos para generar por otras vías el acceso a la base natural sobre la cual históricamente nos hemos movido.
Las diferentes políticas de reforma agraria, la estructura de la tenencia de la tierra, los cultivos ilícitos y su erradicación, el poco desarrollo tecnológico reflejado en la escasa investigación sobre la biodiversidad, las ambientalmente poco viables prácticas agrícolas, la falta de claridad institucional (nacional-regional y local) para reducir el impacto de las actividades que conducen a la pérdida de la biodiversidad, la violencia y la ausencia integral del Estado en las regiones más biodiversas, son causas indirectas que nos están llevando a una acelerada pérdida de la biodiversidad, situación que simplemente se registra como un problema frente al cual todavía no se han planteado soluciones de fondo.
Finalmente, es necesario situar el problema de la pérdida de biodiversidad en algunos razonamientos que tienen su origen en la excelente opinión de sí misma que tiene la especie humana. El antropocentrismo ha sido una constante en la mayoría de las civilizaciones, muchas de las cuales han querido ver en el conjunto de la creación una oportuna combinación al servicio de los seres humanos.
La especie humana actual está dotada de una plasticidad sin precedentes. Por eso los seres humanos han podido colonizar cuantos ambientes terrestres existen, desde los más gélidos hasta los más cálidos, desde los más selváticos hasta los más áridos, e incluso algunos ambientes acuáticos y al futuro, algunos por fuera del planeta.
Estas son sus armas, ciertamente, y por eso los seres humanos, más o menos desde un millón de años a esta parte, han alcanzado una presencia progresiva en todos los rincones del planeta, logro que ninguna otra especie ha sido capaz de alcanzar.
La historia biológica de la Tierra se ha caracterizado por dos procesos fundamentales: la extinción de especies y el surgimiento de nuevas. De hecho, se estima que menos del 1% del total de especies que han existido están presentes. En el caso de los vertebrados, se calcula que la tasa promedio de recambio se encuentra aproximadamente en 90 especies por siglo, estimándose que en los últimos 400 millones de años las plantas superiores han sufrido tasas de extinción cercanas a una especie cada 27 años.
La presencia del Homo sapiens ha contribuido a que la historia biológica actual de la Tierra se diferencie notablemente de la que existió en épocas anteriores, dado que las diferentes actividades que esta especie realiza, han generado un aceleramiento desproporcionado de la tasa de extinción respecto a la velocidad de aparición de nuevas especies, ocasionando que la biodiversidad del planeta disminuya paulatinamente y en forma irreversible.
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